¿PARA QUIÉN ES EL EVANGELIO? Limitamos nuestros esfuerzos evangelísticos cuando los denominamos “llevando las Buenas Nuevas a los lastimados y necesitados.” Déjame ilustrar un poco mas este mal entendimiento utilizando otra publicación moderna:
Desearás estar donde el Señor está. Él pasa su tiempo con aquellos que están lastimados. Al principio de Su ministerio, Jesús citó a Isaías para describir el trabajo que estaba llamado a hacer: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor” (Lucas 4:18, 19)… Por lo tanto, entre más vayas tras de Dios, lo más profundo que te moverás en un mundo lleno de personas dolidas.
No cuestiono de ninguna manera la sinceridad del autor, pero creo que refleja un malentendido común de lo que Jesús quería comunicar cuando citó Isaías 61:1,2. Vivimos en una cultura “terapéutica” que pone un gran valor en el sentirse bien, la autoestima, y auto realización. En consecuencia, cuando vemos palabras como “pobre,” “cautivos,” y “oprimidos,” pensamos fundamentalmente en las personas que por circunstancias de la vida, son pobres o divorciadas, en adicciones o enfermedades. Jesús, sin embargo, está primeramente hablando en términos espirituales. De Lucas 4:18,19, vemos el resumen de Jesús diciendo para quién es el evangelio:
• Pobres
• Corazones quebrantados
• Cautivos
• Oprimidos
• Ciegos
Cuando Jesús habla de los pobres, no necesariamente se refiere a aquellos que les faltan recursos financieros. En lugar de eso, se refiere a los “pobres de espíritu” (Mateo 5:3)- aquellos que son mansos, humildes, sencillos. Ellos son los dichosos a quienes el reino de Dios pertenece: aquellos que saben han sido destituidos de justicia. En su comentario sobre Lucas 4:14-30, Matthew Henry escribe:
Observen… a quién le predicaba Jesús: a los pobres, a aquellos que eran pobres en el mundo; a quienes los doctores Judíos les desdeñaban iniciar las enseñanzas y de quienes hablaban con contentamiento; a aquellos que eran pobres en espíritu, a los mansos y humildes, y aquellos que en verdad están tristes de sus pecados.31 (énfasis en el original)
Cuando Jesús habla de los rotos de corazón, Él no se refiere a los que son infelices y sus corazones sufren a causa de alguna historia de amor, pero aquellos, que como Pedro e Isaías, son contritos y tristes a causa de su pecado. En la gran oración de confesión de David, se dio cuenta que los sacrificios que Dios deseaba son “un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y arrepentido” (Salmo 51:17). En palabras de Matthew Henry, “[Cristo] fue enviado a sanar a los quebrantados de corazón,… a dar paz a aquellos que les preocupaban y se humillaban por sus pecados,… y para llevar a descansar a los que estaban cansados y cargados, bajo el gran peso de la culpa y corrupción.”
Los cautivos son aquellos que “el diablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad” (2 Timoteo 2:26). Los ciegos son aquellos que “El dios de este mundo [les] ha cegado la mente … para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Los oprimidos son aquellos que están “oprimidos por el diablo” (Hechos 10:38).
En otras palabras, Jesús vino a predicar las Buenas Nuevas del perdón de Dios hacia aquellos que reconocen su pobreza espiritual y tienen el corazón roto al darse cuenta de que han pecado contra un Dios justo y santo. Esto no quiere decir que Jesús no ministró a los que tenían dificultades en la vida- pero Su mensaje no era solo para esas personas, y la libertad que ofrecía no era la libertad de los problemas de la vida. Nuevamente, el evangelio no esta limitado a la gente lastimada, con vidas arruinadas y corazones rotos. Ambos, los lastimados y felices necesitan ver su estado como pecadores delante de Dios para que después puedan ir tras la justicia encontrada en Cristo.
Un ateo, confundido obviamente por el mensaje de una vida mejor, observó: “En una iglesia que visité, pidieron a varias personas escribir cómo se sentían antes de volverse Cristianos y después. Dijeron cosas como ‘noche y día,’ ‘solitario y acompañado,’ lo que me dejo pensando: ¿Será un requisito para encontrar a Dios el sentirse triste o deprimido o solitario? ¿Será que esta gente piensa que los que no han encontrado a Dios todavía están perdidos, temerosos o miserables? ¿Tendré que yo pasar por esa clase de trauma o crisis antes de encontrar el significado último?
DIOS TIENE UN PLAN MARAVILLOSO PARA TU VIDA EL MITO DEL MENSAJE MODERNO
RAY COMFORT
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