Hay ciertas restricciones que son necesarias, imprescindibles para un noviazgo y un matrimonio realmente ideales y grandemente felices. Digo que hay ciertas restricciones imprescindibles, y son mayormente de orden sexual. Hay una advertencia que Dios nos da en la Biblia en Gálatas 6:9. Leemos: "No os engañéis, Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. El que siembra para la carne, de la carne segará corrupción, más el que siembre para el Espíritu, del Espíritu Santo cosechará vida eterna". Son palabras fuertes, pero son medicina saludable. Vivimos en un mundo corrompido, de eso no hay la menor duda. Hay tanta tristeza y amargura, riñas, luchas y guerras que no hace falta recalcarlo. La Biblia dice que la causa de todo este problema es un cáncer espiritual, una enfermedad moral, espiritual, que la Biblia llama "el pecado". El pecado nos ha infectado a todos. Es por ello que en el noviazgo debemos tener en cuenta precisamente esa infección, ese cáncer y los peligros que esa enfermedad moral arroja sobre nosotros.
¿Solos a pasear? Algunos jóvenes se enojan con sus padres. Algunos hasta hacen abandono del hogar cuando sus padres, por puro amor, por protegerlos a ellos, les piden, por ejemplo, que no salgan solos siendo novios. Algunos se enojan porque, aún estando comprometidos, los padres quieren poner ciertos límites y ciertas condiciones a sus paseos y salidas como pareja. Sin embargo, yo te digo, joven, por experiencia de millones de personas, que nos conviene tener en cuenta las restricciones imprescindibles que Dios, la lógica, la psicología y la honradez nos dictan que nos impongamos a nosotros mismos. Hay ciertas restricciones que nos convienen. Cierto joven le dijo a su padre: "Pero, papá, ¿es que no me tienes confianza?" El padre contestó: "Hijo, te tengo tanta confianza como me tengo a mí mismo; ¿cómo quieres que te deje?, ¿cómo quieres que corra el riesgo de caer en una tentación, sabiendo que si yo me pusiera en la misma posición tuya correría el mismo riesgo?" Ese es el amor de un padre honrado, de un padre que conoce la debilidad del ser humano y que, por lo tanto, levanta las barreras que Dios mismo nos ha pedido que levantemos para frenar nuestras debilidades y pasiones.
La codicia El Señor Jesús atendió este asunto en el evangelio de San Mateo, capítulo 5:2729, y dijo así: "Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues es mejor que ese pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno". Jesús nos esta advirtiendo. El nos dice que es posible cometer inmoralidad sexual con la codicia del corazón. Y ¿quién de nosotros no ha sentido la tentación de codiciar? Pues bien, de esa tentación nos debemos proteger. Jesús dice que si nuestro ojo o nuestra mano nos ocasionan tentación, debemos arrancarlos. ¿Qué quiso decir? ¿Qué literalmente yo debo arrancarme mi ojo o mano porque son causa de fracaso, de tentación? No. Quiso decir que debemos tomar medidas drásticas. Y una de las medidas drásticas es reconocer nuestra propia debilidad y no pretender tener una fuerza que ningún ser humano tiene.
Debemos decirle a Dios: "Señor. Yo soy débil. La tentación es fuerte, pero me rindo a ti, y me dedico a ti, y voy a permitir que tu me domines y dirijas, porque no quiero caer en la tentación". Hay otro pasaje en la primera carta a Tesalonicenses 4:48 donde leemos: "Que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor, pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios. Que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano, porque el Señor es vengador de todo esto, como ya hemos dicho y testificado; pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto; no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo". Aquí tenemos otra restricción divina. Dios nos lo dice claramente. Para vosotros, solteros y novios, que esto se grabe en vuestras almas. Que entre un poco de temor de Dios en tu alma. ¿Acaso no dice el libro de los Proverbios: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová"? Proverbios lo dice muchas veces. Otra vez mas, la primera carta a los Corintios dice: "Bueno le sería al hombre no tocar mujer" (1 Corintios 7:1) .y de inmediato pasa a recomendar el matrimonio. Medita en esa frase.
AI momento de tu decisión Amable lector, tú que me preguntas ¿Con quién me Casaré?, magnifica pregunta. Parte de la respuesta es ésta: si quieres tener la capacidad de escoger sabiamente tu novia o novio, abstente de la impureza sexual. Las caricias y manoseos que no convienen, hacen difícil, e imposible, que tomes una decisión inteligente con respecto al matrimonio. ¿Por qué? Porque la conciencia se siente culpable, manchada. Es imposible hacer una decisión sana y equilibrada cuando surgen temores, dudas y recriminaciones en el corazón del que se ha permitido liviandad. Como resultado, el joven o la señorita no sabe que decidir. A veces decide mal, a veces se embrolla en un problema del cual nunca puede librarse en toda su vida por permitirse libertades sexuales, manoseos y caricias en el noviazgo, cuando el corazón del uno y del otro sienten vivamente que algo les dice: "Eso no esta bien, esta no es la voluntad de Dios". Cuando Dios impone una restricción, El siempre la impone para nuestro bien. Cuando Dios nos dice: "No hagas esto”, lo dice por amor, "porque Dios es amor" (1 Juan 4:8); y ese Dios de amor que nos ama con tanto amor que fue a la cruz por nosotros, ese es el Dios que le dice al joven o a la señorita: "No lo hagas". No te permitas libertades en el noviazgo de las cuales te arrepentirás cuando ya sea demasiado tarde. El Dios de amor te dice: "Mantente puro", puro de pensamiento, de corazón, de conducta, y entonces serás feliz. Porque como dijo el Señor Jesús: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos (y sólo ellos) verán a Dios" (Mateo 5:8)
¿Con quien me casare? – Luis Palau
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