Dios hizo al hombre y a la mujer para que experimenten la indescriptible alegría de la unión y la comunión en el matrimonio.
El matrimonio es la fusión de dos mentes y dos corazones, dos sueños de ser felices. La pareja debe compartir todo, aun aquello que no es fácil. Esto ocurre en un proceso de crecimiento y maduración que requiere tiempo y esfuerzo de ambos.
Dios creó al hombre, luego creó a la mujer porque no era bueno para el hombre estar solo. De modo que los unió. Por esa razón el hombre debe dejar a su padre y a su madre, debe unirse a su mujer y ser una sola carne con ella. No sólo física sino también emocional, intelectual y espiritualmente.
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